Yo veo tú espíritu como una habitación, nace del concepto del topoanálisis en el que Bachelard refiere que a cada recuerdo del pensamiento le constituye o le corresponde un espacio físico donde alojarse (a veces siendo un espacio donde sucedió el recuerdo o en otros casos un detonador de la memoria como la magdalena de Proust.) Bajo esa exégesis, planteo una serie de correspondencias entre un círculo íntimo de amigos donde les exijo dos imágenes, una fotografía de ellos y otra de un espacio que por algún motivo tenga relevancia en sus vidas.
Una vez tengo las imágenes, en medio de charlas y de historias, guío la conversación alrededor la pregunta ¿cuál es el lugar en el que se puede alojar ese recuerdo o ese espacio al interior del cuerpo?, en la mayoría de los casos el recuerdo invade principalmente el pecho, el estómago.
Una vez se obtiene la localización del recuerdo en la fotografía del cuerpo o la persona, paso a hacer el fotograbado entendiendo esta técnica como un conjunto de operaciones y métodos de pensamiento, donde en la mayoría de las veces una línea en vez de ser una sombra o contorno, es una línea de luz. Teniendo en cuenta esto, y volviendo a remitirme a la tramoya que mueve este proyecto, cuando hablamos del recuerdo estamos haciendo hincapié en que hay una lógica interna que se fugan a las lógicas establecidas de superficialidad; eso quiere decir que para revelar un mecanismo interno de una cosa o superficie, es necesario atacarla con una técnica que haga función también, de un sentido distinto. El fotograbado necesita de la luz para revelar la imagen que se oculta, al igual que nosotros necesitamos de los objetos y los espacios para revelar la figura del recuerdo; el negativo en la impresión es el que revela el positivo, así mismo es el pensamiento el que permite revelar el negativo del objeto, en este caso la memoria comprimida en el cuerpo.
